Federico G. A. Zamudio.
A pesar de la lluvia Corrientes solo está anegada de bolsillos vacíos, cuyos dueños corren el riesgo de creer las justificaciones de quienes manejan su economía.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) dio a conocer el miércoles el índice de pobreza, que se ubicó en un 39,2% al cierre del segundo semestre de 2022, y cuyo nivel de indigencia se ubicó en el 8,1%, lo que representa una reducción de 0,7 puntos con respecto a la medición anterior a nivel país.
Bastante diferente es la situación de Corrientes, donde el 45,2% de las personas es pobre, y la indigencia alcanza al 9,4%. Lo que representa -sobre un total de 119.677 hogares que conforman el aglomerado ciudadano- 43.172 son pobres y 8.523 son indigentes, lo que corresponde a, del total de 387.168 personas, 175.055 son pobres y 36.473 personas son indigentes.
Por lo pronto, los votantes del Taragüí tienen dos opciones, creer las innumerables excusas que el oficialismo da, en las que las culpas caen siempre sobre el Estado nacional (como no recibir fondos o deberle a la provincia, aun habiendo recibido desde principios de año la suma de 20 mil millones de pesos), o bien comenzar a discriminar la verdad de las mentiras institucionalizadas.
Así y todo, el mandatario correntino, teniendo estas espantosas estadísticas de pobreza en la provincia, se justifica diciendo que busca ingresos a donde lo lleven sus viajes y se desentiende de los problemas causados por su administración con frases muy llamativas, como la que le dedicó al paro de docentes: “No deberían hacerme el paro a mí, sino al Gobierno nacional, del cuál son parte”, pese a que depende exclusivamente de su administración.
Con las arcas provinciales abultadas y los bolsillos de los correntinos más empobrecidos