Federico G. A. Zamudio.
La lucha de las agrupaciones ecologistas no solo está en concientizar a la ciudadanía, sino también en luchar contra los intereses personales de la oligarquía dominante.
Los esteros del Iberá representan al segundo humedal más grande del mundo, alberga a más de 4.000 especies de plantas y animales en el corazón de la provincia, corresponden a la reserva de agua más importante de todo el país, y abarcan entre 15.000 y 25.000 kilómetros cuadrados, en su mayoría cubiertos por agua, formando lagunas y arroyos, y es uno de los lugares con mayor biodiversidad de todo el territorio nacional.
La postura de oposición para adherirse a la ley nacional, tomada por el Gobierno de Corrientes, está respaldada por los latifundistas que están manteniendo la mayoría en el Congreso de la provincia, quienes todavía consideran a la tierra correntina como si fuera el patio de su casa, y que por ende engañan afirmando que si la aprueban se verían afectados los productores y el futuro desarrollo económico.
Es así como el presidente de la Cámara de Diputados, Pedro Cassani, manifestó: “Si se sanciona así como está, para Corrientes y su producción puede llegar a ser muy lesiva y afectar el derecho a la propiedad de muchos productores”; o el secretario general de la Gobernación, Carlos Vignolo (cuyos conocimientos sobre medio ambiente y producción, obtenidos en la Facultad de Veterinaria, parecen haber sido olvidados): “Si se aprueba la ley, así como está, dejarían a Corrientes sin el 80% o el 90% de sus áreas productivas”.
En estas peroratas hay cosas que no se ven muy creíbles, como por ejemplo cuando se habla del derecho a la propiedad, ya que eso significaría que hay gente que es dueña de los esteros. Además queda la duda sobre los productores, si son agrícolas difícilmente sembrarían en los anegados terrenos, ni cultivarían hortalizas en carpas submarinas.
En ese orden, los otros productores que quedan son los ganaderos, y si bien los animales necesitan abrevar, es poco probable que sus dueños los lleven a pastar, con el peligro permanente de las micosis y dermatosis, a menos que la intención sea ejercitarlos llevándolos a nadar.
De esta manera, y a pesar de que el gobernador Gustavo Valdés asegura que esta ley impediría la producción, sería improbable (casi imposible) que se perdiera el 80 o el 90 por ciento de las áreas productivas, ya que las zonas de humedales tienen una producción incipiente, como lo marca el propio Gobierno de la provincia en sus boletines.