Federico G. A. Zamudio.
El ciudadano común necesita que las entidades gubernamentales existan para protegerlo y cobijarlo como un engranaje fundamental en el funcionamiento institucional.
Hay autoridades provinciales que utilizan maniobras de todo tipo -para llenar sus de por sí abultados bolsillos-, las cuales pueden llegar a ser increíblemente ingeniosas y con ribetes que resaltan la ridiculez, la cual se destaca cuando para descubrir la actividad fraudulenta solo se necesita razonar, algo que la oligarquía correntina no cree que el pueblo pueda hacer.
Durante el año 2000 hubo un periodo de cambios en el Municipio correntino de Mercedes, cuando el feudo radical solo cambiaba de manos, pero no de colores; el 15 de noviembre la Comuna compró un tractor marca Fiat, en ese entonces valuado en 6.000 pesos, pero este hecho no causa extrañeza en lo absoluto, excepto porque el trámite se realizó con una pañalera-regalería.

Tras encontrar notorias irregularidades, el Concejo Deliberante exigió un informe al Ejecutivo municipal, en el cual se detalla que durante la intervención del fallecido radical Santiago Prado (cuya muerte no fue esclarecida) la Municipalidad adquirió el vehículo al comercio local Mil Fantasías.
Como dato adjunto también se declara que en el informe dominial del Registro del Automotor figuran 12 motos adquiridas en los años ’90, durante la gestión comunal de Ricardo Colombi, pero que ninguno de esos vehículos llegó a formar parte del stock municipal y tampoco hay registros de que hayan sido dados de baja, desapareciendo por obra y gracia de las argucias místicas del jefe comunal.
El humilde trabajador debe sentirse insultado o menospreciado y condenar a una clase dirigente que inventa excusas infantiles para obtener beneficios políticos y económicos, o causar desestabilización revolviendo las aguas -amparándose en el viejo proverbio-, y principalmente por fraguar estos documentos tan increíbles como los famosos cuadernos de Centeno.