El accidente se registró el miércoles en inmediaciones del barrio Mil Viviendas, y la versión de la Policía contrasta con la versión de la familia, para los uniformados el motociclista se quedo de manera inmediata. Para los allegados al menor el rodado era conducido por otro hombre, acompañado de una mujer quienes se fueron del lugar. Luego vino otro hombre el dueño de la moto quien se hizo cargo del accidente.
La versión oficial señala de que el accidente se registró el miércoles a la tarde a las 18,15 en avenida Ibera al 2000 cuando una moto Yamaha Ybr 125 conducido por un joven de 24 años identificado como Juan Gauna quien “iba junto a su mujer”, quien embistió a un niño que cruzaba la acera. El niño fue auxiliado por sus familiares quienes lo trasladaron en un remis hasta el hospital Juan Pablo II ya que la ambulancia no llegó nunca. El pequeño tiene traumatismo varios entre ellos en el cráneo que es el que pone en riesgo su vida. Joel ingresó con un cuadro grave y una serie de lesiones preocupantes. La peor fue en la cabeza porque presentaba un traumatismo craneoencefálico con triple fractura craneal.
Úrsula Gómez, espera que su hijo evolucione. “Lo atropellaron como a un animal y no se detuvieron siquiera para ver lo que hicieron, se escaparon y ahora lo tengo luchando por su vida a mi hijo”, dijo la progenitora de la víctima.
Según relató la mujer eran las 18:00 de la tarde, su hijo se encontraba en la casa, a metros de la avenida Iberá y calle Bonastre. “Estaba junto a una vecinita quien había salido a llevar a inflar su bicicleta. Al parecer, él la siguió y ahí al cruzar fue que la motocicleta lo atropelló. Venían a muy alta velocidad, ni siquiera alcanzaron a frenar, tampoco se detuvieron para ver lo que habían hecho. En vez de quedarse a ayudar al nene siguieron como si hubieran llevado por delante un animal en la calle”, contó.
En medio del drama, Úrsula pedía a gritos que la ayudaran a llevar a su bebé al hospital ya que la ambulancia estaba demorando y el niño sangraba por todos lados. “Todos se acercaban a mirar lo que pasaba, había muchas personas con auto y nadie se ofreció a ayudar. Justo pasó un remisero, se detuvo, cargamos a mi bebé y me trajo rápidamente al hospital. No tuve ni tiempo de agradecerle, el hombre no me cobró nada y se jugó por nosotros “, relató.
“Me parte el alma verlo así. Amaneció con fiebre. Tiene un collarín y yo le hablo todo el tiempo. Creo que me escucha porque a veces me aprieta la mano. Los médicos me dan información a cada rato, pero es muy angustiante toda la situación”, concluyó Úrsula.
