El día 2 de abril más de mil héroes correntinos de la Guerra de Malvinas se movilizaron junto con sus familias hacia la localidad de Santa Lucía (Corrientes), donde se realizó el acto central por la gesta del conflicto bélico de 1982.
Ellos son considerados los soldados más valientes que pisaron las tierras australes. Reconocidos por sus superiores por las hazañas de las que fueron protagonistas, por los enemigos piratas que los padecieron y por la historia. Pero no por el Gobierno de Corrientes.
La conmemoración oficial, organizada por el Gobierno de la Provincia de Corrientes, se concretó en esa ciudad del Sur correntino por un pedido de un veterano José Verdún, oriundo de Santa Lucía y quien falleció a causa del coronavirus. Antes de morir pidió al gobernador Gustavo Adolfo Valdés que se rinda homenaje a los héroes en su pueblo.
Valdés hizo realidad el anhelo del ex combatiente. Pero, lejos de honrarlos como héroe de la Nación Argentina, el Gobierno los destrató.
Los funcionarios (y los funcionales) del Gobierno provincial hicieron la promesa que tras el desfile se les brindaría un agasajo, una cena en la que participarían todos los veteranos asistentes a la conmemoración; Valdés, integrantes de su gabinete; autoridades locales e invitados.
Lo que ocurrió fue que, a último momento, los organizadores decidieron suspender el ágape. Y no avisaron a los invitados más importantes, es decir, a los ex combatientes.
La excusa fue la tenue lluvia que comenzaba a caer y que la cena había sido preparada en un campo, a la intemperie.
Es así que cuando los invitados llegaron, se encontraron con el lugar vacío y esto generó enojos.
Los ex combatientes de Malvinas habían viajado, en algunos casos, más de 400 kilómetros. Había delegaciones de Virasoro, Ituzaingó, Paso de los Libres, Monte Caseros, Curuzú Cuatiá, Mercedes, Corrientes y otras ciudades correntinas, lejanas a Santa Lucía.
Ante el reclamo, quienes estaban a cargo del lugar iniciaron entonces una caótica distribución de pedazos de géneros cárneos asados que eran trasladados “de mano en mano” a quienes reclamaban su ración.
La comida no alcanzo para todos. Es asi que la mitad de los 1.500 invitados no recibieron nada para comer y debieron salir a recorrer la ciudad en búsqueda de alimentos.
Algunos de ellos habían llegado temprano, después de mediodía y aguardaban con ansias recibir algo de comida tras esta larga espera, por lo que expresaron vehementemente su enojo.
Por su parte, los funcionarios que habían sido invitados -como los legisladores provinciales y ministros- se retiraron del lugar sin hacer declaraciones y regresaron a sus ciudades de origen, pese a las inclemencias.
Otros, tuvieron que rehacer noche en otras ciudades cercanas, como Bella Vista y Goya, porque la capacidad hotelera de Santa Lucía colapsó.
Nada de lo que ocurrió fue informado por la prensa, ya que, ante la suspensión del asado, todos los periodistas pagos por el Gobierno provincial -entre ellos el director de un diario capitalino-, no tuvieron más remedio que regresar con los estómagos vacíos y la censura a cuestas.