Federico G. A. Zamudio.
El nuevo viaducto interprovincial, entre Chaco y Corrientes, al fin podrá convertirse en realidad, tras décadas de promesas de los Gobiernos provinciales de turno.
A pesar de los argumentos surrealistas de los detractores, el acuerdo de Argentina con China, al que arribaron su mandatarios, Alberto Fernández y Xi Jinping, contempla la puesta en marcha de catorce proyectos de infraestructura en nueve provincias, que tendrán financiamiento por parte de empresas de capital chino, entre los que se encuentra la construcción del tan necesario nuevo puente.
De esta manera, con la publicación de un memorando de entendimiento, en español, chino e inglés, Argentina concretó su ingreso a la Iniciativa de la Franja y la Ruta de la Seda, el programa de integración global impulsado por el país oriental, que ya cuenta con más de 140 socios en todo el mundo, sin necesidad de orientalizarse, cambiar de color ni volverse antivegano o comunista.
En el mismo camino de emprendimientos comerciales en conjunto, como el de Atucha III, este paso es una profundización de la relación estratégica, que se verá reflejada en múltiples aspectos, desde inversiones directas en infraestructura -por varios miles de millones de dólares- hasta la posibilidad cierta de ayuda financiera para fortalecer las reservas del Banco Central, pasando por nuevas instancias de cooperación científica y tecnológica y un incremento en el intercambio de bienes y servicios, que en pocos años proyectará a China como el principal socio comercial de Argentina.
Además de la obra mencionada se incluye el acueducto del norte santacruceño, en el lago Buenos Aires, con una planta potabilizadora y un costo estimado de 960 millones de dólares; un nuevo puente para unir Paraná y Santa Fe, por unos 920 millones de dólares; el acueducto para el desarrollo del oeste formoseño y una planta potabilizadora; y la autopista entre Rufino y Rosario.
Asimismo, contempla mejoras en las rutas 9 y 12 en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba; y obras en el sistema de transporte eléctrico en la provincia de Buenos Aires, por 138 millones de dólares; en los parques eólicos El Escorial y Antonio Morán, en Chubut; y cinco mil viviendas para la primera etapa de un programa federal de vivienda y hábitat.
Por otro lado, el acuerdo enumera las áreas de interés estratégico para ambas partes, en las que pueden surgir nuevas oportunidades de inversión, como ser “rutas, ferrocarriles, puentes, aviación civil, energía y telecomunicaciones”. Esto puede significar una fuente relevante de ingresos de capitales chinos a la Argentina en los próximos años, relacionados a la transición hacia formas más limpias de energía.
El convenio incluye, entre los propósitos de uno de los principales países acuñadores de moneda del mundo, de “apoyar a la República Argentina en su objetivo de mejorar su capacidad y diversidad exportadora”, lo que contribuiría a cerrar la brecha deficitaria en la balanza de intercambios bilaterales, que en 2021 alcanzó los siete mil millones de dólares en un volumen de casi veinte mil millones, cerca de los picos históricos.
También el acuerdo tiene un apartado que habla de promover las “compras gubernamentales” entre ambos países, rubro en el que está incluido (aunque no lo diga explícitamente el entendimiento) la adquisición de material militar. Incluso, existen conversaciones para que China transfiera la tecnología para fabricar blindados en este país.