Federico G. A. Zamudio.
Las entidades que deberían defender los derechos populares se vieron ofuscadas por los manejos oficialistas y sin resistencia permitieron el aumento.
Desde el 1 de enero los usuarios del transporte urbano de la ciudad de Corrientes pagarán $60 pesos por cada pasaje, una tarifa que se convirtió en la más cara del nordeste argentino. Este es un aumento digitado por el monopolio empresarial, en detrimento de los habitantes de una ciudad inmersa en una crisis económica, que encuentra al Estado haciendo la vista gorda, una vez más.

En poco menos de 5 años el boleto tuvo alrededor de una decena de aumentos, llegando a recibir hasta del 100 por ciento por año desde 2016 hasta 2021, cuando la tarifa -que si bien sufrirá la suba el 1 de enero- llegará a tener el 200 por ciento de incremento. Esto quiere decir que, mientras el costo para viajar se duplica cada 3 meses, las condiciones en que se realizan involucionan en la misma proporción, causando el deterioro del servicio, gracias a la falta de paradas protegidas o insuficientes, la frecuencia deficitaria característica y permitiendo que las unidades no tengan o no enciendan sus acondicionadores de aire.
Corrientes tiene, en este momento, un 43% de pobreza, y la oligarquía gubernamental se desentiende de esta situación y continúa ausente para buscar soluciones a los problemas de los que menos tienen, mostrando su acostumbrada indolencia y usando la propaganda oficialista para encubrir los incontables desmanejos.

En este aspecto, es válido mencionar que los representantes de la derecha argentina aplican a rajatabla unos conceptos de Joseph Goebbels, ministro de propaganda de Adolf Hitler durante la segunda guerra mundial, que decía que hay que “cargar sobre el adversario los propios errores o defectos”, y que “si no se pueden negar las malas noticias, se inventan otras que distraigan”.
Pero el que aplican más fielmente es el pensamiento que dice: “La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto, sin fisuras ni dudas”.
Gracias a esta manera de informar, el pueblo alemán creía que estaba ganando cuando ya Hitler se había suicidado; por lo que, para que esto no pase en Corrientes, está en manos de su pueblo exigir que se tomen las medidas que tuerzan el destino que nos lleva hacia la indigencia y desenmascaren a los responsables de sumirnos en la crisis.