Federico G. A. Zamudio.
El gobernador de Corrientes estuvo el sábado en su bastión particular de Ituzaingó, como parte de su campaña proselitista.
En un acto realizado en el club Unión de esa localidad, que pasó a convertirse en dominio territorial del partido gobernante, el mandatario realizó algunas declaraciones tendientes a despertar la emoción de los que escuchaban, como cuando atribuyó la conquista de la democracia al presidente Alfonsín, quien si bien tuvo un desempeño que se podría decir fue prolijo y trataba de aplicar uno de sus lemas de campaña: “Con la democracia se come, se educa y se cura”, comenzó la instalación de las leyes de amnistía, llamadas “de la impunidad” -presionado por los conocidos “carapintadas” y parte de su cúpula radical-, y por lo cual lejos está de ser cierto que en el ’83 encarcelaron a la dictadura (diciéndole que “se terminaba la muerte”) y reivindicaban los derechos humanos que -justamente- ayudaron a desaparecer.
Por otro lado, el mandatario correntino se olvidó de mencionar que la transición hacia la democracia en la década del ’80 se inició con pequeños movimientos de sindicalistas y obreros -justicialistas y de la izquierda- y se consolidó con las manifestaciones de las Madres de Plaza de Mayo, sin participación del partido radical ni de sus subsidiarios, cuya actividad históricamente fue la de golpear a las puertas de los cuarteles para propiciar los golpes en Argentina.
Asimismo, probablemente esperando que la muchedumbre estuviera formada por gente joven que no hubiera vivido en la década del ’80, o que simplemente tuviera mala memoria, no recordó decir que el fracaso de la política económica liberal de Alfonsín llevó al país a caer en una hiperinflación, todo lo cual lo impulsó a entregar el mando en forma anticipada.
Vale recordar, que durante ese mandato no hubo golpes de estado, como mencionó el correntino en parte de su alocución, sino levantamientos de unos pocos sectores militares que exigían no ser procesados por los crímenes cometidos durante el infausto “proceso de reorganización nacional”, a punto tal que la presión ejercida en el enclenque Gobierno terminaría con la promulgación de la ley de Obediencia Debida, fortaleciendo la de Punto Final, una legislación que fue definitivamente derogada tras asumir Néstor Kirchner la Presidencia de la Nación.
Si bien es cierto que estos dos últimos años convierten a los mandatos en procesos atípicos, con ganancias funcionales obtenidas luego de cometer equivocaciones en la mayoría de los casos, también es real que la historia es una sola, por lo que hay que conocerla y no maniobrar alterándola para convertirla en una pantalla proselitista, o si no estamos destinados a cometer los mismos errores.