Antes de haber sido hallada muerta, cerca de las 21.45 del sábado 2 de octubre, Juana Rojas estaba en un kiosco del barrio de las 550 Viviendas del barrio Pirayuí, de la ciudad de Corrientes. Había ido a comprar pan y algunas otras cosas que utilizaría en la cena que compartiría con su hijo de 21 años y su hija que convivían con ella en la casa 7 de la manzana A.
Luego de un animoso diálogo con la vecina que le proveyó las mercaderías caminó unos 120 metros hasta su vivienda y entró luego de saludar al pasar a unas conocidas que tomaban aire, aprovechando el fresco luego de una jornada cálida.
Fue la última vez que la vieron con vida. Cerca de las 22, su hijo, que estaba con un amigo cerca de allí, regresó y la halló muerta. Estaba en el suelo del living de la casa, sobre un charco de sangre y tenía al menos tres disparos, uno de ellos en la cabeza.
La Policía se aboca ahora a desentrañar el misterio de quién disparó contra ella, sobre la base de testimonios de vecinos que habrían escuchado al menos cuatro disparos en el interior de la casa.
Según los testigos, antes del crimen habían visto a un hombre merodeando la zona a bordo de una motocicleta. Aparentemente ese mismo rodado estaba estacionado frente a la casa de la víctima cuando fue asesinada.
La versión que se maneja en forma provisoria es que el hombre -que aún no pudieron identificar- abordó nuevamente la moto y se alejó del lugar hacia por un camino que se dirige hacia un monte.
Por el caso está detenido Ramón Maciel, su ex pareja, un ex policía de 55 años quien está encausado por haber ejercido violencia de género contra Rojas.
Debido a esta situación la pareja se había separado hace al menos un año.
El hombre debió abandonar la casa ya que el Juzgado de Familia 2 le había establecido una prohibición de acercarse a Rojas y a sus hijos a menos de 500 metros.
“La hija de la víctima declaró que él había amenazado de muerte a su madre. Le había advertido que tenía gente a la que podía mandar a matarla”, declaró una fuente cercana a la investigación.
Aproximadamente a la medianoche del 3 de octubre se ordenó el allanamiento del lugar de trabajo de Ramón Maciel, en una planta de envasado de gas licuado, donde ejerce como guardia de seguridad nocturno. Cuando lo retuvieron, no estaba armado.
Mientras tanto, los peritos de la División Criminalística de la Policía de Corrientes relevaron la vivienda donde ocurrió el crimen y “a prima facie” no habría signos de violencia en las puertas, por lo que se plantea la hipótesis que el asesino tenía acceso a la casa, o bien, el ingreso se hallaba sin llave e ingresó sin complicaciones para atacar a la víctima.
En el lugar hallaron el plomo de una bala, incrustado en la pared. Sería de calibre 22 milímetros y coincidiría con el calibre de los proyectiles que causaron la muerte a la mujer, pero esto aún debería confirmarse.