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Las promesas de siempre y los problemas acostumbrados

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Un nuevo proceso electoral terminó y todos los candidatos expresaron su coraje para enfrentar las dificultades de una provincia que, con un crecimiento desmesurado, padece falencias que se han vuelto crónicas.

Esta vez todo se desarrolló en medio de una situación extrema, como es la pandemia, pero este es un agravante que no debe tapar la otra situación extrema, la que abarca una serie de estados que consumen a la sociedad desde tiempos inmemoriales, como los de la pobreza, el analfabetismo, la inseguridad y el retraso en infraestructuras edilicias. Se puede observar el grado de inclemencia causado por estos ítems -con los cuales convivimos al punto, a veces, de convertirse en elementos normales de la sociedad- usando como parámetro a la cantidad de habitantes de Corrientes, que es de 1.130.320 habitantes.

Empecemos con la pobreza, cuyo índice es de alrededor del 43%, y esta cifra se aplica a los que trabajan y cobran sueldos considerados en esa línea, para lo cual hay que tener en cuenta dos datos, el primero es que hay casi 140.000 trabajadores (entre empleados privados y estatales), por lo cual unos 60.000 de ellos cobran sueldos por debajo de la línea de la pobreza, sin sumar al sector pasivo y todos aquellos que tienen un ingreso controlado. Lo segundo a resaltar conforma a aquellos que cobran en negro -representan casi el 38 por ciento de los considerados aptos para trabajar- y los que no tienen ingresos, que están muy cerca del 10%. En resumen, hay unas 150.000 personas pobres, en mayor o menor medida de gravedad.

Siguiendo con la alfabetización que no llega a todos, según los últimos datos hay poco más 22.606 analfabetos absolutos (o sea que no saben leer y escribir) y no entran los otros dos grados, que son: funcional y tecnológico, con los cuales estaríamos en una cifra cercana a los 100 mil. Como elemento amplificador de este hecho hay que agregar que la mayoría de la población se vuelca a internet (todavía hay un 15 por ciento de la población que no tiene acceso) como fuente de información, navegando por las redes sociales y paladeando directamente de una gran cantidad de falsas fuentes. Habida cuenta de que leer libros se ha convertido en una mala costumbre, lo que se llega a saber por ese medio suele confundir con la desinformación obtenida de la inefable “caja boba” y propicia el “matete mental” (como decía una abuela), abundado a veces con medios gráficos de los que se hacen con tinta y papel (en este caso para los que todavía leen). Si hablamos de lectura, tenemos a tres clases de lectores, los que buscan noticias en los medios virtuales, los famosos mileniales y los que se han ido adaptando a las nuevas tendencias, estos dos últimos son aquellos que también dejaron de leer libros, pero en general se limitan a descifrar los mensajes de texto (y las influyentes e infames informaciones viralizadas), las pantallas de lectores de tarjetas, o de los cajeros y -obligadamente- alguno que otro menú en su restaurante favorito.

Para detallar los dos últimos puntos no es necesario extenderse mucho. Con respecto a la seguridad, aproximadamente se cometen 15 robos o hurtos por día en toda la provincia y casi 2 homicidios en ese mismo lapso de tiempo. En lo que se refiere a la vivienda, Corrientes necesita casi 44.000 inmuebles, que representan a otras tantas familias con esa necesidad, a lo que se podría agregar las casi 5.500 cuadras asentadas en calles de tierra, algunas de las cuales son tan ancianas como la provincia y solo esperan ser jubiladas. Veremos si el aparente coraje se convierte en acciones o solo formó parte de la misma fachada y charlatanería acostumbrada para ganar votos.

Federico G. A. Zamudio

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