Fue un asentamiento militar y una zona de batalla, para terminar como un lugar de recreo
En lo que era la ciudad de Vera de las Siete Corrientes, allá por el siglo XVII, se construían barcos y lanchones que surcaban las aguas de este a oeste y de norte a sur, trayendo y llevando mercaderías de las más variadas. Pero las vías navegables eran el territorio ideal para los corsarios y las batallas para ganar supremacía en los cursos de cabotaje interior, que se manifiesta claramente -por ejemplo- en los combates contra los barcos portugueses, un hecho que respaldaba a la invasión de Carlos Federico Lecor a la Banda Oriental.
Detrás de la ruta navegable se encontraba el campo de Marte, una extensión verde y poblada de barracones donde dormían los soldados y velaban las armas. Una noche de 1865 las instalaciones fueron asaltadas por tropas paraguayas. Se peleó durante horas y las víctimas fueron numerosas, hasta que la batería (como se llamaba a la Punta del Campo de Marte) cayó, y con ella la provincia.
Durante la contienda hubo una afluencia masiva de navíos guerreros de tres naciones, que convirtieron el acontecimiento histórico en una de las batallas más recordadas en el nordeste argentino. Lo que queda hoy son solo restos monumentales y la idea vaga de otros tiempos. Luego vendría -en el lugar donde estuvo emplazada la batería- la colocación de un puente que cruzaba el riacho Poncho Verde, inaugurado por el gobernador Juan Pujol, y más adelante el entubamiento de aquel curso de agua, de ahí que haya correntinos que nombren a la avenida que corre por encima como el riacho, a pesar de que se llama Gobernador Pujol.

Otra construcción que se observa en esa punta, y que recuerda los momentos en que la superficie acuática era iluminada de a ratos por golpes de luz, necesaria para la navegación nocturna, es un torreón olvidado a veces, y que cuando se lo recuerda se le dice el faro. Infraestructura que forma parte del paisaje de la ciudad en un parque bautizado en honor al conflictivo Bartolomé Mitre, que se ha constituido en uno de los pulmones verdes más concurridos por habitantes autóctonos o foráneos, y que da asilo a un club conocido a nivel internacional, por varias disciplinas.
Federico G. A. Zamudio