Por: Brisa Bujakiewicz
@BrisaBujakiewi1
Columnista de Prensa On Line
Hace ya varios días, el expresidente Mauricio Macri apuntó contra Alberto Fernández por la situación educativa, criticando el daño que se genera en los niños al no contar con la presencialidad.
Pero ante las respectivas críticas, el actual presidente no dudo en brindar respuestas, afirmando que el gobierno anterior no hizo más que retrasar la educación.
A días de comenzar las clases en diversos puntos del país, se sigue generando polémicas frente al año en el cual nos niños no pudieron observar a la escuela como una institución de aprendizaje y desarrollo de las relaciones sociales.
Pero frente a ello, debemos pensar en las problemáticas educativas que se van dando desde hace años, donde el problema central no es un gobierno sino, el Estado y su sistema educativo.
El filósofo Jean-Jacques Rousseau, afirmaba que la educación debía llevarse a cabo más en los niños y menos en los adultos. Pero ¿cómo es posible ello? Si bien tanto los niños como los adultos cuentan con un rol importante en la educación, ya que las decisiones de este último afectan a los primeros. Debemos tener en claro que, los intereses deben pasar por la formación de aquellos seres en los cuales la educación se va a ver reflejada el día de mañana en diferentes roles y cargos públicos que cada uno se encargará de ejercer.
Ahora bien, no podemos negar que detrás de dicha realidad se integran intereses económicos y políticos que influyen en un plano aún mayor. Donde la prioridad ya no son los niños sino el Estado e incluso el gobierno.
Más allá de ello, Rousseau creía que la educación del niño comienza desde su nacimiento y debe impedirse que adquiera hábitos de los cuales pudiera llegar a ser esclavo.
Pero ¿La educación no nos haces esclavos de un sistema? Si realizamos un análisis del sistema educativo como tal, podemos entender que de alguna forma, los contenidos brindados, muchas veces, nos limitan a entender la realidad e inclusive cuestionarla.
Creemos que la historia es tal como se nos presenta, consideramos que la única verdad es aquella que nos enseñan y nos limitamos a tomar como válido cualquier argumento que el poder nos presente.
Gloria Alvarez Cross, politóloga guatemalteca afirma: «El gobierno te quiere estúpido, el gobierno te quiere ignorante, el gobierno no tiene ninguna intención en educarte ni en ilustrarte, porque al mantenerte en la ignorancia es más fácil manipularte. Imagínate un montón de gente que está todo el día cuestionando. No, eso no le interesa al gobierno, en el momento que aceptamos que el gobierno nos quiere ignorantes es como un poco incongruente seguir esperando que el que me quiere tonto me eduque, con lo cual tienen dos opciones o te cruzas los dedos y esperas un milagro a que esto cambie o pones la educación en tus manos…»
Ahora bien, esta problemática educativa se está llevando a cabo hace ya varios años, probablemente muchas veces se encuentre camuflada en contenidos o diversas pedagogías aplicadas en las aulas.
Si bien para comprender nuestra realidad debemos entender el pasado e incluso pensar en los orígenes de nuestra educación. Es admisible partir de un sentido crítico en el cual nosotros podamos ser nuestros propios maestros y entender que la educación comienza por una capacidad de reflexión y cuestionamiento. A su vez, es ello lo que debemos transmitir a nuestros hijos y alumnos. Entender que muchas veces, la realidad no es tal cual se ve reflejada en las palabras de un político, de un periodista o de un profesor.
Dudar es la clave de la educación, desconfiar de aquello que se nos presenta como verídico, donde muchas veces una convicción es más fuerte que un pensamiento consolidado. Entender que vivimos en una sociedad donde hay prioridades políticas y económicas que se ven, muchas veces, reflejadas en la desigualdad.
Quizás la educación funcione el día que la capacidad crítica pise más fuerte que cualquier interés monetario por parte de un Estado, muchas veces ventajista.
Actualmente, las discusiones internas generan un daño en la sociedad, donde los únicos damnificados son los estudiantes y aquellos docentes que cada día buscan brindar una educación lo más excelente posible, sin ayuda de un estado que, en la mayoría de los casos; se encuentra ausente por falta de tiempo o por intención. Lo cierto es que, hoy por hoy, la única forma de educar nuestra mente es llevándola a reflexionar y cuestionarse cualquier discurso que se nos presente como válido.