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Opinión, con responsabilidad social

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Asistimos a un cambio de tiempo. La fatalidad, el avance de una pandemia, de una enfermedad llegada de tierras remotas, nos obliga hoy a cambiar los hábitos.

En poco tiempo las prácticas sociales que fueron naturalizadas con el paso del tiempo ahora resultan peligrosas. Lo simple, lo concreto de las relaciones interpersonales hoy representa un acto temerario.

Un saludo de manos, un abrazo. Un mate compartido en una plaza. Muestras de afectos cotidianas, simples y profundos pueden representar una acción de alto riesgo.

Viajar, reunirnos con los afectos de otras ciudades implica un trámite engorroso y significa, además, tentar a la suerte.

El Coronavirus (virus Covid-12) cambió nuestras vidas para siempre. Y las restricciones establecidas por la letalidad de este mal aceleró un proceso de cambios en las prácticas de comunicación, de circulación de la información.

Las (nuevas ¿?) tecnologías, que hasta hace meses eran un medio de entretenimiento, abruptamente se convirtieron en fundamentales para sostener las relaciones interpersonales, continuar con las actividades educativas, tomar contacto con lo que ocurre “afuera”.

Pero, al mismo tiempo, estas transformaciones trajeron cambios positivos, aunque también polémicos.

Por un lado, las redes permitieron la democratización de la palabra ya que quienes carecían de acceso a los medios de comunicación masivos -en su mayoría privados- actualmente, con un click, tienen la posibilidad de expresar sus ideas.

Pero ejercer este derecho, también implica reconocer responsabilidades.

En primer lugar, la responsabilidad de exponer hechos con veracidad y claridad, para contribuir al bien común.

Por otro, de hacerse cargo de cada letra escrita. De opinar sin agravios y fundamentos.

Para ello es necesario aprender a reflexionar y estar dispuestos a intercambiar ideas, conocimientos, con tolerancia y entendimiento.

Esa son las bases para construir una sociedad mejor y “cerrar la grieta”.

Estamos en un nuevo tiempo, en el que la pluralidad de opinión requiere aprender a ser tolerantes y democráticos, porque la diversidad es inevitable y es vital para sostener el equilibrio social y ejercer un Derecho sagrado: el de vivir en democracia.

Esta es nuestra opinión.

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